26.12.10
Digamos, Karla...
Había una monita en mi primaria que me obsesionaba. Imaginemos que se llamaba Karla. No era celestialmente bella, ni tenía una personalidad increíble. A decir verdad, nunca la conocí muy bien, pero siendo como siempre he sido, simplemente la quería sin entender porqué.
Ella lo sabía, todos lo sabían... recuerdo aún situaciones divertidas relacionadas a ello. Miradas, sonrisas, estupideces que significaban tanto y hacían que uno fuera aún más feliz cuando llegaba a casa a jugar con sus Legos y su NES (que al final evolucionó a un Nintendo 64). Pero igual, una que otra situación medio miserable. Incluso una de ellas llevó a una de las pocas "peleas" en las que he estado involucrado en toda mi ridícula vida. En fin...
En vacaciones, yo iba a un curso de verano en la Alberca Olímpica. Me gustaba mucho nadar, aparte de que habían otras actividades entretenidas. Era muy feliz ahí, lo sentía realmente como "mi lugar." Era una dicha difícil de igualar el poder estar en un lugar lleno de desconocidos y sentirme aún así parte de algo.
Incluso en ese entonces, acostumbraba a ver detalles con significado inexistente en todo. Le daba significados ridículos a porqué me asignaban a ciertos equipos, con ciertos nombres y números, etc. Tenía "mis números," una secuencia que variaba pero siempre debía de contener 52 y/o 25 y un 4. Ridiculeces, como siempre. Pero en ese entonces les daba mucho más valor que ahora... supongo que por eso, el día que llegué a mi último curso de verano en ese lugar y vi a Karla, eligiendo el mismo curso de verano que yo entre miles de opciones en una ciudad inmensa, pensé que debía ser el destino. Y cuando en la ceremonia de bienvenida la sentaron frente a mí, lo creí aún más. Y cuando vi que su número de asiento era el 52425 (tal cual), supe que estábamos destinados a amarnos por siempre, casarnos, tener hijos, nietos y ver el cometa Halley.
Las coincidencias eran muchas, las oportunidades inmensas... pero nunca nada ocurrió. Socialmente inepto, temeroso y estúpido, nunca ocurrió nada. El verano terminó, la primaria también y al creer que nunca volvería a verla decidí eliminarla de mi mente.
Cuando pasé a la secundaria, elegí la misma escuela que mi mejor amigo de ese entonces. Imaginemos que él se llamaba Guillermo y tenía un montón de gustos e ideas ridículas iguales a las míos. Imaginaba en ese entonces que seguramente estudiaríamos la misma carrera (seguramente paleontología o arquitectura) y nos haríamos ancianos trabajando juntos y compartiendo estupideces como hasta entonces. Iluso yo, ja. Pero bueno, ese no es el punto.
El primer día, nervioso por la nueva escuela (algo que tal vez merezca un post aparte), lo primero que vi fue a Karla de nuevo, quien también entró a esa misma secundaria... lo cual llevó a mi yo de once años a pensar algo muy similar a "Mundo, no me jodas."
La ignoré. A lo largo de los siguientes tres años no hice más que evadirla y mentirme, diciendo que no me importaba, reduciendo las conversaciones con ella a situaciones que ya ni siquiera puedo recordar de tan efímeras que llegaban a ser. Perdí mi obsesión, eventualmente. Sin embargo ella aún me importaba, de una manera distinta y más sincera, creo... pero no tenía caso ya. Mi mente estaba en otro lugar.
Conocí a otros vagos que eventualmente se hicieron mis amigos, algunos de ellos de gran importancia en mi vida y con quienes actualmente aún comparto mucho. Guillermo se perdió en el tiempo también. Nunca supe si él cambió o yo lo hice, pero de pronto no teníamos mucho ya en común y el vínculo se rompió. Karla sólo una vez me reprochó haber cambiado e ignorarla complétamente.
El último día en esa escuela, tras una ceremonia de despedida, nuestros padres tomaron una fotografía de los tres juntos. Guillermo, Karla y yo. Fue la última vez que vi a Guillermo y creí, una vez más, que sería la última vez que vería a Karla.
Como todos sabemos, luego me convertí en un asco de ser humano. Lo inesperado fue que eso me llevó a ella de nuevo. Buscaba junto con mis vagos amigos un lugar de donde robar comida cuando llegamos a una fiesta de una persona que ni conocía más que por el nombre. Entramos, fingimos que nos importaba, fingimos que conocíamos a la gente. Ahí estaba ella... Como dije, éramos un asco de personas. Pasamos poco tiempo ahí, ganándonos un poco del desprecio de los demás invitados. Al final, lo último que recuerdo antes de salir es una mirada de decepción en Karla. La última.
Tenía años que no pensaba en ello, en todo ésto. No tengo idea de qué haya sido de ella, pero apenas hace dos días que apareció en uno de mis sueños con algunas de las frases que más necesitaba, devolviéndome una tranquilidad hace tiempo perdida, con la misma vieja sonrisa y esa última mirada.
No quise asignarle un valor, ni darle un significado que no existe, pero quisiera volver a verla.
Imaginaré que es mi nuevo propósito para este próximo año. No tengo planes ocultos, ni pretendo hacer lo que no hice hace diez años... tal vez sólo estoy buscando que de nuevo me lleve a una casualidad favorable. Tal vez sólo busco el inicio de un nuevo camino a seguir y qué mejor lugar para iniciar un nuevo camino que dándole final a uno que ya parecía olvidado.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario