Así viví mis primeros semestres ahí, hasta que afortunadamente al entrar a 3ro conocí a una tal Adriana a quien culpo directamente de redireccionar mi visión de la humanidad hacia algo mucho mejor. Luego, llegaron una Andrea, una Liliana y para asegurar la lección y mantenerla de por vida, una Gaby. A partir de ahí, comencé a tener amistades reales.
Aún así me cuesta trabajo. Iniciarlas, mantenerlas, no arruinarlas. I could give you lessons on how to ruin your friendships, fácil. Sin embargo a veces hay algunas que, como Adriana, llegan de forma completamente inesperada y cambian todo. A veces me doy cuenta, otras todo es tan rápido que ni siquiera eso puedo notar al momento.
Confío en mis amistades, ciegamente en algunos casos (algo impensable para mi yo de aquel entonces), sin embargo a veces tiene sus problemas.
Este año varias veces he sufrido en consecuencia de ello, algo que hace mucho no sucedía. Lo peor es las personas que me han decepcionado. Parece una cadena de decepciones de las personas en las que más confío.
Sólo esta semana ya ocurrió dos veces, de dos de las personas de las que menos lo esperaría. Suficiente tal vez para perder la fe de nuevo, pero siempre hay algo que lo evita.
Una persona con la que he conversado dos veces en mi vida, de la nada, con toda la confianza ciega del mundo me invita a cumplir uno de mis sueños. Qué digo uno, como diez de mis sueños de un jalón en una oportunidad única, incluyendo la posibilidad de lograr uno de los más importantes de los últimos años. Agradezco por oportunidades así, agradezco por la fortuna de seguir encontrando gente así.
Tengo mucho por arreglar, mucho por intentar si realmente quiero que suceda... pero por el momento, finalmente puedo decirlo: el plan es este, ya me vi

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