Palabras ajenas que tal vez jamás podré compartir si no es de esta forma

Entonces me concentro con gran intensidad. Mi mirada fija, a pesar de que las imágenes son borrosas. Cubro cada uno de mis ojos alternadamente, intentando ver con más claridad. Me acuesto, empezando a sentirme insignificante, pensando que ni siquiera debería seguir despierto a esta hora. He gastado gran parte de mi vida en la oscuridad de la noche como para entender en qué momento caeré una vez más.

Empiezo a preguntarme cuántas personas habré visto en toda mi vida. Ni siquiera puedo suponer una cantidad. Mis recuerdos, como ellos, sólo siguen avanzando por distintos caminos antes siquiera de poder olvidar.

Me pregunto, entre todos esos millones, ¿cuántos habré conocido? ¿con cuántos habré hablado alguna vez? ¿con cuántos habre sólo chocado al caminar? ¿cuántos habremos dormido en el mismo lugar? ¿cuántos habrán sido zurdos también? ¿cuántos habremos compartido la misma fecha de nacimiento? ¿cuántos me han importando en realidad? ¿con cuántos he tomado el suficiente tiempo como para conocerlos bien? ¿a cuántos he querido? ¿a cuántos amaré?

Uso expresiones simples para intentar entender, porque jamás seré capaz de ver más allá. Y si me pierdo en esta visión, agradezco que halla sido después de conocerte.

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Lo que necesitamos entender es que así es como los humanos podemos ser: nobles, considerados, entregados. Que la gente que se reune a nuestro alrededor nos puede alimentar, nos puede motivar; no por interés propio, sino por un vínculo común. He dejado esto en mi mente para que mi memoria le de forma al recuerdo de aquel día. Quisiera poder regalarte esta sensación. No para limitarte con ella, sino para que sea un lugar para iniciar hasta que no necesites más aquellas antiguas historias.

¿Qué podrías ser si tuvieras el espacio para respirar libremente? Por favor, escapa de aquellas viejas canciones que siempre te mantienen en el mismo lugar, que te dicen que no tiene sentido avanzar. Busca algo nuevo. Un último regalo antes de desaparecer.

¿Qué podrías ser si tuvieras el espacio para respirar libremente? Hay demasiados años por delante, lo mejor es aceptarlos con un peso menor sobre ti.

Toda la gente que he conocido ha estado ahí con los brazos abiertos, llevándome por un largo camino desde aquella época en la que vivía aterrorizado. Ahora puedo aceptarlo y agradecer por aquel empujón que me ayudó a permitirme jamás temer al mañana.

Te amé, pero me perdí. Quisiera ser la mano que te de ese último empujón para salir adelante. Quisiera ser el último trampolín que necesites para lograr hacer ese salto, el que es tan difícil lograr desde el lugar en el que estás. Es tiempo de intentarlo, el agua es más cálida aquí. Y recuerda que aún si toda luz desaparece y en el fondo el sonido se pierde, debes seguir avanzando. Eventualmente, encontrarás donde respirar en paz.