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27.1.09


Pasé a la Biblioteca Vasconcelos en la tarde a continuar leyendo un libro que dejé empezado en diciembre. El trabajo de toda la vida de un astrofísico ruso que divaga sobre teorías matemáticas del espacio-tiempo... nada que ver con mi adicción a Lost. yonk2
Tenía mucho sueño, así que cuando llevaba unas veinticinco páginas me empecé a quedar dormido. Un tipo se me quedaba viendo y eso me fastidiaba, así que cambié de lugar a donde no había nadie y me dormí un rato.
Al despertar, tenía el libro en la misma página y no habían pasado ni quince minutos. Maldije mi suerte, como siempre, dejé el libro y abrí la ventana. Veía hacia afuera divagando y pensando qué sería de mi vida en el próximo mes... ahí me di cuenta de que tenía hipo. Me dio risa y decidí olvidar todo y darle una vuelta a uno de los pasillos, regresar a donde estaba y luego irme, esperando que para entonces desapareciera.
Divagaba sobre los sueños donde de pronto siento miedo a las alturas (en uno de los únicos lugares donde de verdad he sentido miedo a las alturas) mientras planeaba una ruta larga de vuelta a mi casa para poder dormir un poco más, cuando a lo lejos vi una sombra de una tipa (la luz del sol venía en la dirección hacia la que caminaba) caminando hacia donde yo estaba.
Me dio "miedo" por un momento, ese miedo que da cuando uno siente que sucederá algo para lo que no se está listo y aún así resulta inevitable. Esa incertidumbre que viene cuando llega una casualidad... y aún así el hipo continuaba.
Cuando ya estaba cerca de ella me di cuenta de que tenía la "bata" de los que trabajan ahí. Bajé por una de las escaleras del camino para evadirla y caminé entre los estantes de debajo de ese pasillo, fingiendo que buscaba algo. La tipa bajó también y eventualmente llegó a donde yo estaba.
Preguntó si necesitaba ayuda encontrando algo. Bien pude haber dicho que no, que sólo "estaba viendo" como siempre lo hago en situaciones así, pero no... respondí con lo primero que vino a mi mente.
Literatura argentina.
"¿Algún autor en específico?"
Cortázar.
Y el hipo de nuevo.
Sonrío de una forma que sólo puedo describir como malévola, como aquella de quien alguna vez fue El Enemigo, en alguna situación que alguna vez fue una Batalla. Y después sólo me dijo que la siguiera. ¿Cómo no hacerlo?
Fueron dos largos pasillos y tres escaleras las que caminé tras ella mientras pensaba qué hacer. Bien podría haber huido en el camino y seguramente ni se habría dado cuenta... no, el hipo me delataría, maldito hipo... podría fingir una llamada al celular y huir, salida siempre disponible... pero no... tal vez era el momento de leer a Cortázar, después de todo es para mí un pendiente (jejeje) desde hace más de tres años. Pero el sueño... seguramente no podría, volvería a lo mismo que con el libro pasado... además he visualizado tanto y con tanta mágia el momento de abrir un libro de él que no creí que el momento estuviera a la altura. Podría sólo fingir interés y deshacerme de la tipa al llegar a donde sea que me llevara, decir "ah, sí... aquí está lo que busco, ¡muchas gracias!", esperar a que caminara dos libreros más y huir.... sí, eso haría.
Al final, llegamos casi a donde inició mi día en esa biblioteca, sólo un nivel abajo y enfrente. Ahí, ella me presentó a un librero lleno de libros de Julio Cortázar. "Ah, sí... aquí está lo que busco, ¡muchas gracias!", pero la tipa no se movió. Me preguntó si buscaba un libro en especial... vinieron tres títulos a mi mente y estaba por decir uno de ellos cuando el hipo volvió. Ella volvió a reir y se agachó, para empezar a señalar varios de los libros.
"Este es Rayuela, aquí hay cuatro ediciones distintas. Lo único que varía es el texto de introducción. Te recomendaría una, pero en realidad ya depende de ti. Ojalá te gusté."
Sonrisa siniestra. Se levantó y se fue.
Me quedé ahí unos segundos viendo las cuatro ediciones distintas, pensando que ya se había ido y bien podría alejarme rápidamente hacia la salida... pero no, escogí uno de los libros.
Lo saqué del estante y estaba hojeándolo cuando me di cuenta que tenía algo entre las páginas. Tres fotografías antiguas, tipo polaroid. Una al final de un capítulo, las otras dos a la mitad de otro.
No sé porqué hayan estado ahí. Bien podrían ser un simple separador de alguien que va a leer el libro en calma de vez en cuando, pero en ese momento sentí como si hubiera descubierto un tesoro oculto. Tal vez un mensaje dejado por alguien que esperaba que algún día alguien lo descubriese y compartiera una historia que a su gusto no merecía ser perdida en el tiempo y conservada por sólo una persona. ¿Quién? ¿Porqué? Hipo una vez más.
Busqué a la tipa, sentí que si alguien podría responder esas preguntas podría ser ella. De alguna forma sabía que al preguntarle diría algo más que un simple "déjame quitárselas, toma otro libro del estante". Di varias vueltas por toda la biblioteca, pero no la encontré.
Me senté un momento con el libro en las manos, viendo las fotos, sus detalles... ocultándolas, como si tuviese miedo de que alguien fuera a llegar a quitármelas, inventando historias en mi mente de porqué habrían llegado hasta ahí, porqué yo las había encontrado. Hasta que finalmente el hipo desapareció y el sueño volvió.
Decidí hacer una pequeña marca en el lomo del libro y fui a dejarlo en el lugar donde lo encontré, no quise confiar en ningún otro bibliotecario que fuera a acomodarlo, lo hice yo. Prometiendo volver para leer el libro y tal vez así comprender el porqué de esta casualidad... pero por ahora, al menos sé que el momento de abrir un libro suyo fue ya más mágico de lo que había podido imaginar.

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