hit counter

19.10.12

Están haciendo un concurso de belleza en mi kinder. Se me hace de lo más ridículo del mundo que esté sucediendo tal cosa, pero más ridículo aún que las personas que estén votando sean en mayoría mujeres y que aquellas que conozco a quienes les interesan los resultados sean lesbianas. Se me hace aún más ridículo saber que salí con dos de ellas.

Me cuesta trabajo la coherencia en la escritura autobiográfica. Rara vez logro transmitir exactamente lo que quiero, pero me alegra saber que cuando lo hago la idea permanece con claridad absoluta.

Iba yo hace unos días en el metro, después de haber ido a beber con algunas amigas de la escuela de artes. Pensaba en lo que había ocurrido esa tarde, lo que había dicho y lo que había pensado. La frase aquella de Holden Caulfield que siempre describía mis caídas. Sonreí ante la idea de ir de pie, tranquilo y satisfecho ese día. No sé si pasará alguna vez más (Never say never, dude), pero me alegra pensar que por primera vez logré imponerme y no repetir un error bien conocido.

Por un momento, la canción que sonaba en mis audífonos pareció dar a todo ese instante un aspecto casi cinematográfico. Era como si de pronto mi visión se ajustara a una lente 50mm en tonos cálidos y el sonido del vagón fuera ocultado por el de la música de fondo.

Recargado en el vagón, con esa sensación de que cada decisión tomada a partir de ese momento sería de gran importancia, saqué de la bolsa interior de mi chamarra un pequeño sketchbook que hace no mucho había comprado. Fui a la última página, donde también hace no mucho escribí finalmente el único objetivo de vida que quiero cumplir y a menos que haga todo correctamente hasta ese punto, no será más que un sueño imposible.

Lo leí varias veces y después comencé a escribir debajo de él. Una lista pequeña, cinco puntos que determinarán el camino para llegar ahí. Lo más cercano a un plan de vida que he tenido en años. Mi nueva razón para vivir.

Terminé de hacerlo, los leí varias veces y sonreí al tiempo que el tren subía para salir del túnel subterráneo y subía al desnivel donde se alcanzan a ver el Palacio de los Deportes y el Foro Sol. Volteé a ver hacia el oriente, Pantitlán. Hacia el poniente, el centro. Hacia el norte, el pasado. Hacia el sur, el presente. Hacia la cara de las personas sumidas en sus propios universos. Hacia el cielo sin nubes, hacia mis manos...

He tenido un buen año, and there's nowhere to go but up. Aunque el camino sea de subidas y bajadas.

2 comentarios:

Larckov dijo...

Vaya vaya...parece que al buen B. le esta llegando el momento de vivir en el lado A de la vida. Esto exageradamente optimista, cuando menos para lo que estaba acostumbrado. No es malo, ni bueno. Solo es, y ese es el punto. Ser. Existir. Vivir. Tiene que ser en ese orden...y veo que te has dado cuenta de ese tercer paso. Quien sabe cuando fue, pero me alegro. Pero no deja de serme extraño.

Anónimo dijo...

deberias sacar fotos y documentar el evento... jaja