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20.1.08

Mi escena apocalíptica en el metro de la Ciudad de México

Una vez más no puedo dormir, parece que la solución que había encontrado a mi problema de insomnio (leer un par de entradas abajo) se fue al carajo con estas vacaciones, así que eso me deja con estas noches largas en casa ajena. Aprovecho el tiempo para trabajar un rato, pero aún así me pongo de ocioso y termino aquí nadamás divagando. Hoy me siento de un extraño buen humor y gracias a Don Enrique y sus videos del metro acabo de recordar algo que pasó ahí hace más o menos un mes y que me gusta llamar Mi escena apocalíptica en el metro de la Ciudad de México. Obviamente el título es mucho más impactante que la historia como tal, que seguramente los aburrirá, pero aún así me gusta contarla (aunque casi no lo he hecho), así que la narraré a continuación.

Resulta que había quedado de acuerdo con un par de amigos, a los que llamaremos Jonathan y Emba, para ir a famosa pista de hielo que Ebrard puso en el Zócalo de la ciudad. No sé si ustedes lo sepan, inexistentes lectores, pero para poder entrar al primer turno (10:00 AM) había que llegar a hacer fila aproximadamente a las 7.30 u 8.00 de la mañana. Así pues nos veríamos en la estación Pino Suarez a las 7.15 AM para llegar a buen tiempo.

Llegué a las 7.20 a la estación y Jonathan estaba ya esperando. Empecé a platicar con él mientras la gente (en una de las estaciones más llenas de la línea más usada en la hora más activa del metro de la ciudad más poblada de este país) caminaba en todas direcciones y esperábamos a Emba. Pasaron diez minutos y él aún no llegaba, empezamos a considerar la idea de irnos y fijamos una hora para hacerlo si no llegaba en ese lapso de tiempo. En esas andábamos cuando se fue la luz.

Que se vaya la luz no es algo fuera de lo común en el metro, pero como el gran medio de transporte que se supone que es tiene generadores que hacen que ni te des cuenta de ello y los trenes avancen aún así sin problema alguno, pero esta vez fue distinto. Simplemente se fue la luz. Oscuridad total. El tren que avanzaba frenó con un rechinido estruendoso y ante el desconcierto el silencio momentáneo se hizo.

Pronto se empezaron a escuchar gritos de policías y algunas luces pequeñas entre la oscuridad: "¡péguense a las paredes, no se acerquen al andén!". Gente desubicada llamando a sus conocidos, algunos desesperados por llegar deprisa a sus destinos tratando de iluminar su camino con celulares, chocando entre sí o con las paredes. Entonces vuelve la luz y todos se olvidan de lo que pasó, sólo para que unos segundos después, justo cuando el tren vuelve a iniciar la marcha, vuelva a suceder todo. Con la oscuridad prolongándose más tiempo, el desconcierto aumentando y acompañado ahora con el ruido de aviones y porqué no, la campana de la iglesia que está afuera repicando.

Tal vez como dije no sea tan impactante, pero al estar ahí y ser un paranoico con la creencia de que vienen tiempos muy difíciles y que el mundo está por irse al carajo en cualquier día de estos, las ideas de "que sea rápido por favor, nadamás quiero escuchar la explosión y no sentir mucho dolor", "¡yo sabía que tenía que irme a Guaymas!", "al menos se lo dije", e incluso "bueno, dónde está la primera ola de zombies, al fin que aquí hay una escoba de metal para llevarme mínimo a dos" saltaron inmediatamente a mi mente.

Pero bueno, obviamente no pasó nada. La luz regresó después de unos minutos. Jonathan quien es igual que yo para esos pensamientos me comentó que él igual ha tenido sueños así y creyó que ese era el fin, pero bueno, en sus palabras, "baah, parece que nuestras vidas aún tienen un propósito". Y pues sí, después de todo no estoy aquí por nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mi me contaron PND. pero yo tenia la idea de que habia sido en la noche PND